ingeniero electromecanico
La industria Textil en México ha sufrido un serio deterioro. Pero el criterio de poner medidas proteccionistas tampoco es correcto.
Los problemas son mas graves y profundos. Primero la productividad es muy baja en México. Tanto en la producción de insumos como en la confección se tienen serias deficiencias productivas. Luchar contra una cultura de irresponsabilidad, falta de planeación y de controles de calidad, es labor de todos los días.
Existen ya muy pocas empresas verticales, lo que agrava la situación.
El costo-país es muy grande, y la integración de insumos de diversos orígenes debería de producir eficiencias, pero por mas que se niegue, la corrupción y el asedio solo funcionan contra los que trabajan en la legalidad. Es claro y obvio que lo podrido está en el sistema de aduanas.
El ciclo financiero de pagos en la cadena textil es quizás el mas largo de toda América Latina. Ademas la incidencia de la cultura de apalancarse de los proveedores y no del capital propio o de los bancos, ha destruido la imagen de México como cliente confiable para el ramo textil.
Por otra parte, los peores enemigos del productor textil en México son las cadenas comerciales. Ya ninguna se salva, el objetivo de las cadenas es tener balances positivos a costa de sus proveedores. Y el poder de compra de las grandes cadenas ha crecido de tal manera que para muchas empresas confeccionistas representa mas del 80% de sus ventas. Los compradores de las cadenas son realmente el instrumento que se ha implementado para aplastar a la industria nacional de la confección, que es el eslabón último del proceso.
La exportación se ha caído porque los costos no dan para competir en el mercado mundial. Ademas las empresas no tienen ya incentivos fiscales para hacerlo. La SAT castiga la inversión, castiga el empleo, castiga el ahorro. Casi todos los mecanismos de fomento han desaparecido en este gobierno.
Que bien que se intente con una gama de medidas reactivar el sector, pero la enfermedad es muchísimo mas grave.
Los problemas son mas graves y profundos. Primero la productividad es muy baja en México. Tanto en la producción de insumos como en la confección se tienen serias deficiencias productivas. Luchar contra una cultura de irresponsabilidad, falta de planeación y de controles de calidad, es labor de todos los días.
Existen ya muy pocas empresas verticales, lo que agrava la situación.
El costo-país es muy grande, y la integración de insumos de diversos orígenes debería de producir eficiencias, pero por mas que se niegue, la corrupción y el asedio solo funcionan contra los que trabajan en la legalidad. Es claro y obvio que lo podrido está en el sistema de aduanas.
El ciclo financiero de pagos en la cadena textil es quizás el mas largo de toda América Latina. Ademas la incidencia de la cultura de apalancarse de los proveedores y no del capital propio o de los bancos, ha destruido la imagen de México como cliente confiable para el ramo textil.
Por otra parte, los peores enemigos del productor textil en México son las cadenas comerciales. Ya ninguna se salva, el objetivo de las cadenas es tener balances positivos a costa de sus proveedores. Y el poder de compra de las grandes cadenas ha crecido de tal manera que para muchas empresas confeccionistas representa mas del 80% de sus ventas. Los compradores de las cadenas son realmente el instrumento que se ha implementado para aplastar a la industria nacional de la confección, que es el eslabón último del proceso.
La exportación se ha caído porque los costos no dan para competir en el mercado mundial. Ademas las empresas no tienen ya incentivos fiscales para hacerlo. La SAT castiga la inversión, castiga el empleo, castiga el ahorro. Casi todos los mecanismos de fomento han desaparecido en este gobierno.
Que bien que se intente con una gama de medidas reactivar el sector, pero la enfermedad es muchísimo mas grave.
